Con certeza puedo afirmar que mi vida está dividida en dos partes fundamentales: antes y después de conocer a Fidel Castro.
Con certeza puedo afirmar que mi vida está dividida en dos etapas fundamentales: antes y después de conocer a Fidel Castro.
En los próximos años, la perdurabilidad y fortaleza de la nación tendrá que tener, como garantía decisiva, la unidad alcanzada hasta aquí, la cual se ha nutrido de las ideas y los sentimientos que sucesivas generaciones de cubanos fueron tejiendo
En medio de las complejidades y los desafíos que entraña la situación actual se impone una interrogante: ¿Cuál es nuestro deber con las generaciones que vivirán bien entrado el siglo XXI para la preservación y transmisión del legado del Héroe Nacional?
Con profunda vocación martiana convido a nuestro pueblo a pensar el futuro de Cuba; ello desde la realidad cubana del presente, con sus interesantes matices, sus múltiples colores sociales y sus legítimas aspiraciones, anhelos y esperanzas
No solamente porque su etapa culminante se iniciará el 28 de enero —aniversario 161 del natalicio de nuestro Apóstol— ni porque tendrá lugar en La Habana, la ciudad de Martí, merecerá la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) el justo calificativo de encuentro martiano y, por tanto, también bolivariano, pues se sabe que para José Martí fue Simón Bolívar su inspirador, maestro y guía.
Para promover una interpretación acertada de esa figura excepcional de nuestra historia y de América que fue José Martí resulta imprescindible destacar todo lo que se integró en el crisol de ideas del Apóstol y la enorme influencia que continuó ejerciendo después de su muerte. Estamos refiriéndonos a un periodo que abarca dos siglos de historia y que se inicia en los tiempos forjadores de la cultura cubana y de la formación de la conciencia nacional, en los albores de siglo XIX, y llega hasta nuestros días.
La victoria electoral del Presidente Hugo Chávez nos movió a felicitarlo en primer término a él y también pensé que todos nosotros, latinoamericanos y caribeños, merecíamos ser felicitados porque con ese triunfo ganó sobre todo la mejor tradición bolivariana y martiana.
Un nuevo aniversario del natalicio de Fidel, esta vez el 86, nos incita a reflexionar sobre el inagotable caudal de ideas y enseñanzas que nos brinda su batallar incesante durante casi siete décadas en el terreno de la política.