Me mueve a escribir el hecho de que muy pronto ocurrirán acontecimientos graves. No transcurren en nuestra época diez o quince años sin que nuestra especie corra peligros reales de extinción. Ni Obama ni nadie podría garantizar otra cosa; lo digo por realismo, ya que solo la verdad nos podría ofrecer un poco más de bienestar y un soplo de esperanza. Hemos llegado en materia de conocimientos a la mayoría de edad. No tenemos derecho a engañar ni a engañarnos.
Los Yogas hacen cosas con el cuerpo humano que escapan a nuestra imaginación. Están allí, ante nuestros ojos, a través de imágenes que llegan instantáneamente desde enormes distancias, a través de Pasaje a lo Desconocido.
¡Salud Guevara! O mejor todavía desde el hondón americano: Espéranos. Partiremos contigo. Queremos morir para vivir como tú has muerto, para vivir como tú vives, Che Comandante, amigo. Hermosos versos finales del Poeta Nacional.
Presumía de hombre sabio y, sin duda, lo era. Pero incurrió en un pequeño error. “Hay que castigar a Cuba”, dijo un día. Nuestro país nunca pronunció siquiera su nombre. Fue una ofensa absolutamente gratuita.
Ningún hecho político puede ser juzgado fuera de la época y las circunstancias en que tuvo lugar. Nadie conoce siquiera el uno por ciento de la fabulosa historia del hombre; pero gracias a ella, conocemos sucesos que rebasan los límites de lo imaginable.
El privilegio de haber conocido personas, incluso sitios en los que se llevaron a cabo algunos de los sucesos relacionados con la histórica batalla, incrementaba el interés con que esperaba este año la conmemoración.
Me asombró hoy escuchar el discurso de José Miguel Insulza en Cartagena. Pensaba que quien hablaba en nombre de la OEA, se ocuparía al menos de reclamar el respeto a la soberanía de los países de este hemisferio que a lo largo de siglos fueron colonizados y cruelmente explotados por las potencias coloniales.
Los despachos procedentes de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN se refieren a las fechorías cometidas por ellos y sus cómplices. Las ciudades más importantes de Estados Unidos y de Europa reflejan constantes batallas campales entre los manifestantes y la policía bien entrenada y alimentada, con carros blindados y escafandras, repartiendo golpes, patadas y gases contra mujeres y hombres, torciendo manos y cuellos de jóvenes y viejos, mostrando al mundo las cobardes acciones que se cometen contra los derechos y la vida de los ciudadanos de sus propios países.
Imaginemos a las fuerzas de Estados Unidos lanzando monstruosas bombas sobre instituciones industriales capaces de penetrar 60 metros de hormigón. Jamás semejante aventura había sido concebida. No hace falta una palabra más para comprender la gravedad de semejante política. Por esa vía nuestra especie será conducida inexorablemente hacia el desastre. Por mi parte, no albergo la menor duda de que Estados Unidos está a punto de cometer y conducir el mundo al mayor error de su historia.
Ni siquiera lo imaginábamos un mes atrás cuando Fidel se reunía con más de un centenar de intelectuales de 22 países. Pensábamos que las valiosas ideas que allí se expresaron quedarían circunscritas a las paredes de aquel salón del Palacio de Convenciones o a lo sumo a breves reportes de prensa esa noche y a la mañana siguiente.
Imaginé a Obama, buen articulador de palabras, para quien, en su búsqueda desesperada de la reelección, los sueños de Luther King distan a más años luz que la Tierra del planeta habitable más cercano. Peor aún: cualquiera de los congresistas republicanos presidenciables, o un líder o lideresa del Tea Party carga más armas nucleares en sus espaldas que ideas de paz en su cabeza… ¿No es acaso obvio que lo peor de todo es la ausencia en la Casa Blanca de un robot capaz de gobernar Estados Unidos e impedir una guerra que ponga fin a la vida de nuestra especie?