CARACAS.— Miles de casitas adornan los cerros de Caracas desafiando la arquitectura, las leyes de la física y la inteligencia humana. Adentrarse en estos parajes icónicos de la geografía venezolana es también hacerlo en la historia reciente del país.
Producto del acelerado crecimiento poblacional y la consecuente migración del campo a la ciudad experimentado a inicios del siglo XX, miles de familias venezolanas pobres empezaron a establecerse en las laderas de las montañas. Ello fue alentado además por la falta de oportunidades de los sectores más humildes para acceder a viviendas dignas. Con el paso del tiempo, se volvió normal la invasión de cualquier terreno donde se pudiera instalar una familia de bajos ingresos.
El fenómeno es característico de muchas ciudades de Latinoamérica densamente pobladas y con espacios limitados al estar rodeadas de montañas. En el caso de Venezuela, las villas de los cerros son una herencia de las cuatro décadas de gobierno de la Cuarta República. Más que oportunidades, estos venezolanos recibían promesas electorales. Así, su destino era regido por el gobierno de turno, que siempre alentó las invasiones a los valles de la poblada capital, en vez de fomentar el desarrollo del campo.
Cuando la Revolución Bolivariana asumió las riendas del país en 1999, la situación de los cerros caraqueños cambió por completo. Aunque no podía revertir un panorama de 40 años, el gobierno de Hugo Chávez inició el proceso de inclusión de los menos favorecidos a un nuevo proyecto de nación.
De esta forma, miles de personas se incluyeron en los programas de viviendas y de atención social.
Sin embargo, en la actualidad, muchas son las familias que prefieren seguir habitando en los mismos lugares, y los esfuerzos del Ejecutivo se han centrado, entonces, en transformar radicalmente los espacios urbanos de los cerros.
CAMBIANDO LA FISONOMÍA DE LOS CERROS
A pesar de la precariedad del paisaje, los moradores de esas viviendas hechas con metal, cartón, adobe, o lo que aparezca, tienen servicios básicos de salud, escolaridad y luz eléctrica. Todo es parte de la política de reinserción de estos sectores a la sociedad, iniciada por la Revolución Bolivariana.
Hasta estos parajes llegan los centenares de médicos, deportistas, artistas y educadores que forman parte de las Bases Socialistas de Misiones. La colaboración cubano-venezolana en esos frentes ha favorecido un notable descenso de los indicadores de indigencia en esos grupos.
Tal es el caso de las cerca de 500 familias de la comunidad Los Inos, en la Zona Mamera, donde sus pobladores disfrutan del acceso a servicios básicos que han ido dignificándolos con el paso del tiempo. Como otras zonas pobres del país, esta comunidad es objeto directo de la campaña pobreza cero del presidente Nicolás Maduro. Entre los objetivos del mandatario se encuentra erradicar la indigencia para el 2019 en un país donde cerca de 2 millones de personas todavía sufren los estragos de ese flagelo.
Rosa Blanca González, quien forma parte de la Gran Misión de Saber y Trabajo, comenta a Granma que todavía queda mucho por hacer para alcanzar este objetivo. Según esta venezolana que ha hecho su vida en Los Inos, la comunicación directa entre sus vecinos y el estado central era algo impensable tiempos atrás.
Rosa precisa que el principal reto para cambiar por completo la fisonomía de los cerros, es cambiar la mentalidad de quienes comparten el día a día con ella. A pesar de los programas sobre control de la natalidad presentados por los médicos cubanos, muchas adolescentes de la comunidad siguen quedando embarazadas sin desearlo. Es un trabajo que requiere de mucha paciencia pero que se logrará, dice esperanzada.
Es habitual también ver a pequeños desandando hábilmente por estos parajes que conocen como la palma de su mano. Son niños y niñas que tienen ahora la oportunidad de ser alguien en el futuro, gracias a las carpas que sirven de escuelas, y a la asesoría de los educadores cubanos.
Son estas personas excluidas tiempos atrás que ahora tienen voz y voto, quienes escribieron y cambiaron hace 12 años la historia de su país. Venezuela no olvida, que fue la “gente de los cerros”, como se les conoce en la calle, quienes bajaron a pedir la restitución de Chávez cuando la oligarquía intentó arrebatarle a su presidente.
Hoy, la humildad que se refleja en la mirada de cada morador de los cerros caraqueños, también es un ícono de esta nación sudamericana.